El (tú) «Estatus»
Extracto de Programa Del Suelo al Cielo
Somos animales sociales.
Posiblemente, los más sociales de todas las especies animales.
A diferencia del resto del reino animal, los seres humanos somos los que más valor le damos al estatus, ya que tenemos la habilidad única de poder cambiarlo.
El sentimiento de estatus es algo común en prácticamente cualquier sociedad o grupo que nos rodea, desde las abejas que se rigen por una abeja reina, al macho o hembra dominante de cualquier manada de animales, pasando por nosotros los humanos que somos guiados o gobernados por políticos, presidentes, jefes, madres, padres, entrenadores, “influencers”, amigos o cualquier otra persona a la que consideremos de ejemplo y referencia.
Aquellos que están en la parte alta gozan de ciertos privilegios y beneficios, normalmente a cambio de un nivel similar de obligaciones. Nada es gratis.
Entendemos el estatus como la referencia que ocupa una persona dentro de un grupo o sociedad, siendo esta relación muy importante, ya que influye directamente en lo que muchos entienden como felicidad. Pero en realidad se trata de supervivencia.
La felicidad a la que me refiero, tiene que ver con el escaparate social formado por la obtención de la admiración y respeto de quien rodea tu vida, por un trabajo acorde a tu nivel e ideales y por la pareja con la que compartas tu vida.
Tener y mantener estos 3 puntos a favor, suele ser sinónimo de felicidad.
Esta forma de felicidad en realidad está basada en el éxito por satisfacer nuestras necesidades biológicas, ya que no se puede ser feliz si careces de lo más básico.
O “completamente feliz”, si te falta uno o varios de estos 3 elementos.
Por ello: Estatus = Felicidad = Supervivencia.
El escaparate social mencionado está directamente relacionado con nuestras necesidades animales más básicas como son la aceptación del grupo (sociedad), la posibilidad de encontrar alimento (trabajo) y encontrar pareja (procrear y ampliar “tu manada”).
La calidad de estos 3 puntos determinará nuestro nivel de estatus.
En el reino animal, el estatus viene asignado desde el nacimiento, como es el caso de la abeja reina, o conseguido de forma puntual por dominación, como puede ser el del macho o hembra imperante de una manada.
En nuestro “reino humano”, la “lotería del estatus” nos es asignada al nacer dependiendo del entorno que nos rodee o de las características físicas y mentales que heredemos.
Si bien esto es muy importante, no considero que sea definitivo.
Es más, si tuviera que asignarle un porcentaje, le daría un 30%.
El resto no depende de otra cosa que de lo que cada uno seamos capaz de trabajarnos para conseguirlo, mejorarlo y mantenerlo.
Seguro que conoces casos de gente que, con todo en contra, han conseguido llegar a las cimas más altas y disfrutar de un gran estatus, mientras que otros con todo a favor se dejaron llevar por otras motivaciones que, con el paso del tiempo, derivaron en una condición peor.
La clave está en la mentalidad y en la acción.
Cómo pienses y que haces con “eso” que piensas tiene más influencia en tu vida y en tu futuro que cualquier situación de la que empieces.
Ahora que ya sabes que el estatus se trabaja, pasemos a ver cómo sacarle el partido que necesitamos para hacer que ese 70% juegue tu favor. ¿Preparad@?
En primer lugar, es muy importante entender lo básico, como por ejemplo qué tipos de estatus existen. Simplificando mucho, indicaremos los siguientes:
- Estatus por Dominación: impuesto y derivado de la fuerza (física o monetaria). Trabajo y esfuerzo continuo por crecer, mantenerse y mejorar. Lucha contra otros. Por ejemplo, el director de expansión y ventas de una empresa o el macho dominante de una manada de leones.
- Estatus por Prestigio: No se impone, sino que otros nos lo conceden basándonos en el beneficio generado para los demás. Ejemplo: un premio Nobel.
Consejo 1: Conoce quien eres, que tienes y hasta qué nivel puedes llegar.
Derivados de estos, es justo mencionar que el estatus depende mucho del lugar donde nos encontremos y quien nos rodee.
Salvo en casos muy puntuales, suele ser específico a un ámbito en concreto, dependiendo mucho del entorno en el que se encuentre y contra que/quien se compare.
Por ejemplo, el león puede ser el rey de la selva y macho alfa de su manada, pero en el agua, cualquier pez con dientes podrá matarlo. Mientras que Magnus Carlsen, un gran maestro del ajedrez y absoluto dominador de los campeonatos mundiales, fuera de su entorno es una persona completamente normal.
Como dijo Albert Einstein, todos somos genios (o podemos serlo) en el lugar adecuado:“Si juzgas a un pez por su capacidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”.
Por lo tanto, (Consejo 2): Es imprescindible estar ubicado en el sitio correcto y casi más aún, saber encontrar el tuyo.
Como hemos visto, el estatus se tiene, pero sobre todo se consigue…
(continúa en el programa)
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